miércoles, 8 de agosto de 2012
GLORIA A NUESTRA REPUBLICA Y SUS PATRIOTAS
La caída de un sistema social va acompañada siempre de cambios que pueden afectar profundamente el ambiente político, económico y sociocultural de cualquier nación del universo. La Cuba española sufrió al menos tres crisis institucionales importantes que se reflejaron en la vida cotidiana de los ciudadanos de esta hermosa isla.
La primera fue la invasión y ocupación de la porción occidental de la isla por los ingleses. Durante un período de un año, la ocupación inglesa trajo consigo un fuerte desarrollo económico y del comercio con la liberación de los obstáculos que la metrópolis española imponía al comercio de sus colonias con otros paises. Otras de sus consecuencias fueron la cesión de la Florida a los ingleses y cambios traumáticos para nuestra patria y sus ciudadanos.
La segunda fue la invasión napoleónica a la península ibérica con la toma de Portugal y España. La sustitución del rey despótico y absolutista, Fernando VII. El levantamiento popular español con convocatoria de las cortes de Cádiz y la promulgación de la primera constitución española. Todo esto condujo a la promoción de candidatos cubano-españoles a las cortes.
La tercera fue la Revolución de 1868 o La Gloriosa, que resultó en el derrocamiento y exilió de la Reina Cristina. En 1869 se promulgó por las Cortes la segunda Constitución, de perfil liberal. Le siguió un período denominado Sexenio Democrático, caracterizado por ser una monarquía parlamentaria. Esta influyó en los criollos de la isla con el inicio y fracaso de la revolución independentista y la futura instauración de una provincia autónoma española.
La Revolución Gloriosa produjo en Cuba el hecho curioso de que la estatua de la Reina Cristina fuera sustituída por la de Cristóbal Colon en la Plazuela de Neptuno; denominada más tarde Parque Central, en la Cuba republicana.
La Alameda de Isabel II, La Católica, se construyó por orden del Marques de la Torre en 1774. Andando el tiempo, en 1850 la estatua de Isabel II sustituyó a la de la Fuente de Neptuno en la Plaza de Neptuno. La imagen de la reina niña era de bronce. Siete años después colocaron una estatua de mármol de Carrara de esta reina hecha mujer. En 1863, en esta Plaza de Neptuno fue ubicada la Fuente de la India o de la Habana para luego devolverla a su lugar en la Plaza de la Fraternidad.
En 1869, durante La Revolución Gloriosa, fue retirada la estatua de la reina española y enviada a la capilla de la cárcel de la Habana. En el periodo de 1870 a 1875 la estatua de Cristobal Colon fue tomada del Palacio de Gobierno para sustituir a la de la reina. Poco después fue regresada a su lugar de origen. Desde 1875-1899, la imagen de la reina se exhibió en su lugar de origen para ser sustituida por la del prócer José Martí.
Eran las 09:00 del 24 de febrero de 1905 cuando se oyeron veintiún disparos salvas de cañonazos y se entono la marcha conocida como Himno Invasor. El acto fue presidido por el primer presidente de Cuba, Don Tomas Estrada Palma. Fue asi como quedó inaugurada la primera estatua al Aposto de la Independencia de Cuba, José Martí.
El Generalísimo Máximo Gómez pronunció una breve y patriótica intervención e izó la bandera cubana. También estuvieron presentes en la tribuna Doña Leonor Pérez, madre de Martí; su viuda Carmen Zaya Bazán; el Dr. Carlos J. Finlay; el periodista y patriota Juan Gualberto Gómez y otras personalidades políticas, eclesiásticas, militares y familiares.
De hecho, tres años antes se había inaugurado la Republica cubana y, a partir de ese momento, la Plaza de Neptuno ha sido conocida como Parque Central. En este parque fue develada la Estatua de la Libertad, construída de calamina, en agradecimiento al pueblo estadounidense por su apoyo a nuestra guerra de independencia frente a España.
Cuba era independiente pero su soberanía se encontraba limitada por la llamada Enmienda Platt. Esta enmienda, impuesta por el gobierno de Washington, fue discutida y aprobada por los delegados a nuestra Constitución de 1901. La opción para estos patriotas era obtener una independencia limitada por la enmieda o arriesgar una independencia que había sido ganada con las sangre de milles de nuestros mejores hombres y mujeres. Con tres votos más a favor que en contra se inclino la balanza por la independencia.
Uno de esos votos fue el de Generalísimo Máximo Gómez, que a la pregunta mordaz de un periodista; le contesto, que su voto evitaba involucrar al país en guerras civiles. La historia le dio la razón al consumado patriota y experimentado militar.
En su artículo I la Enmienda Platt estipula que su objetivo era impedir que el gobierno de Cuba suscribiera tratado alguno que socavará la independencia de la nación. El artículo II proscribía que se contrajeran deudas impagables. El artículo III estipulaba el derecho del gobierno de los Estados Unidos a intervenir en los asuntos internos de la Isla de Cuba.
A pesar de estos privilegios excesivos que se arrogó el triunfador en la guerra hispano americana, los Estados Unidos intervinieron militarmente en nuestra patria en una sola ocasión. La misma tuvo lugar en 1906 y por petición del presidente del Partido Liberal, José Miguel Gómez, quien se encontraba alzado en armas. Acto seguido, el presidente de la Republica Don Tomas Estrada Palma renunció con su gabinete y se consumó la intervención militar y ocupación del país.
Finalmente, el 30 de mayo de 1934 la Enmienda Platt fue derogada tanto por la presión popular como por el interés del gobierno estadounidense como parte de su nueva política de acercamiento y de buenas relaciones con América Latina y con Cuba.
En realidad, esta independencia política de la Isla condujo a la fundación de la Segunda Republica y a la instauración de la Constitución de 1940, matizada de muchas de las ideas progresistas predominantes en la época. Dos décadas después sufrimos la ocupación del territorio nacional por tropas militares soviética con múltiples bases militares y el establecimientos de misiles nucleares que socavaron la libertad e independencia de la nación cubana.
El mandatario Fidel Castro nunca aceptó la constitución de 1940. Gobernó por decreto durante diecisiete años, hasta la instauración del engendro malévolo de la Constitución Comunista. Aunque, de hecho, la Ley de leyes anterior fue parte de su base ideológica para construir su actual régimen comunista.
Algunos políticos e intelectuales hacen algunas veces comentarios injustos y fuera de contexto y tiempo sobre nuestra República y sus patriotas. Algunos menosprecian la hermosa obra realizada por aquellos hombres excepcionales y por nuestro pueblo para lograr el nacimiento de nuestra republica independiente. A ellos les decimos que todas las obras de hombres tienen defectos y que, aunque los hubo en nuestra república, las virtudes sobrepasaron con creces a los defectos.
Como prueba del estilo democrático y libre de la época nos remitimos a una consulta realizada por la revista El Fígaro. Dicha publicación consultó a ciento cinco personalidades políticas tales como veteranos del Ejercito Libertador, intelectuales, escritores, poetas; para escoger la figura que representaría el espíritu soberano de la nación y construir una estatua que sería colocada en el Parque Central de La Habana.
Las encuestas reportaron el siguiente resultado: por José Martí, 16; Carlos M. de Céspedes, 13; Estatua de la Libertad, 8; Luz Caballero, 7; Cristóbal Colon, 5; Cuba Libre, 4; Cacique Hatuey, 2; Feliz Varela, José A. Saco, Ignacio Agramontés, Antonio Maceo y Máximo Gómez, todos con un punto. De la misma manera, esta revista hizo una encuesta popular en que la mayoría se decidió por la efigie de Jose Martí.
Nuestra estirpe de cubanos orgullosos de nuestro escudo, nuestra bandera y nuestra historia es sin dudas una garantía de que muy pronto haremos realidad el sueño de nuestros patriotas y fundadores de una Cuba libre, democrática, soberana e independiente.
Dr. Oscar Elías Biscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Medalla Presidencial de la Libertad
lawtonfoundation@lawtonfoundation.com – www.lawtonfoundation.com
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